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Blog sobre viajes

Bienvenido a este blog de viajes, en donde puedes encontrar rutas a rincones interesantes con algunos consejos y sugerencias que te pueden servir como pequeña guía de viaje. Aunque el punto de partida de estas rutas, generalmente es desde Valladolid, las mismas se pueden adaptar fácilmente cuando tengan otra Ciudad de origen. Espero que este blog, pueda ser de vuestro interés e utilidad. Jose Maria Vicente

Archive for septiembre 2018

Los Arribes del Duero zamoranos

El Parque Natural de Arribes del Duero transcurre entre las ciudades españolas de Zamora y Salamanca, es un espacio natural protegido que se caracteriza por un profundo cañón abierto por el río a lo largo de unos 120 kilómetros, con paredes que pueden llegar hasta los 400 metros de altura (en los puntos más inaccesibles, es posible divisar nidos de águilas, buitres o cigüeñas negras). Los ríos Duero y Águeda, sirven de frontera natural entre España y Portugal.

Salimos de Valladolid en dirección a Zamora, para continuar hasta Muelas del Pan en donde tomamos la carretera ZA-324 dirección Miranda do Douro. A la altura de la localidad de Moralina, nos desviamos para dirigirnos hasta Pino del Oro, nombre que le viene por la existencia de este metal precioso en la época romana. La construcción estrella de esta localidad es el “Puente de Requejo”, más conocido como “Puente Pino”, que une las comarcas de Aliste y Sayago y que constituye la puerta de entrada a los Arribes del Duero. Esta espectacular construcción, en su época el puente de mayor luz y altura de España, se encuentra fabricado en hierro, data de principios del siglo XX y se alza majestuoso sobre el cañón del río con una altura de 90 metros sobre el agua, 120 metros de luz y 170 metros de longitud.
Deshacemos el camino andado hasta Moralina y ponemos rumbo a la ciudad portuguesa de Miranda do Douro. Situada en el Parque Natural do Douro Internacional, la versión portuguesa del Parque Natural de las Arribes del Duero, se alza sobre un alto, lo que te permite disfrutar de unas excepcionales vistas. Vamos a empezar nuestro recorrido, por lo típico que realizan la mayor parte de las personas que recalan en Miranda do Douro: las compras. Para ello nos quedamos en la zona comercial de la ciudad, totalmente separado del casco antiguo, aunque  de un lugar a otro se puede ir caminando perfectamente. Dos calles paralelas son las que aglutinan la actividad comercial: la calle 25 de Abril y la calle do Mercado, paralelo a estas dos últimas calles se encuentra la calle Penedo Amarelo, un autentico mirador sobre el río Duero, que no debemos perdernos.

Después de hacer las preceptivas compras,nos adentramos en el casco histórico hasta llegar a la plaza Joao III, centro neurálgico de la localidad, la cual se encuentra presidida por las esculturas de una pareja de mirandeses con el traje típico y en donde se sitúa el Museo de la Tierra de Miranda,con trajes y utensilios de trabajo, que nos permitirá conocer la historia de la ciudad y sus gentes.
A escasos metros de esta última plaza, se levanta la Concatedral, aunque ahora ya no es Catedral, ya que la Diócesis fue trasladada a Bragança. 
En su interior, es de destacar el retablo Mayor en estilo renacentista, compuesto por numerosas esculturas que representan distintas imágenes de la Biblia realizadas por el genial escultor “vallisoletano” Gregorio Hernández, junto a Francisco Velázquez y los hermanos Muniategui
también es digno de mención el órgano del XVIII y la magnífica sillería del coro. 
Pero sin duda, el elemento más llamativo y famoso de la iglesia es una figura llamada Menino Jesús da Cartolinha. Se trata de una pequeña talla del niño Jesús, situado al final del templo a la derecha en el interior de una vitrina, junto al Niño se encuentran trajes, camisas o zapatos, que le van colocando en diferentes épocas del año. Su existencia se debe a una leyenda que cuenta como este niño se aparecía a las tropas portuguesas para infundirles ánimo durante las guerras hispano-lusas y que cuando al final les vencieron, realizaron una talla en madera de ese niño, vistiéndole con un sombrero de copa y una bola en su mano izquierda.
Justo al lado de la Concatedral, se encuentran unas bonitas zonas ajardinadas en donde podemos ver restos de la antigua muralla y unas preciosas vistas del río Duero.

De vuelta a la zona comercial, visitamos la iglesia de la Misericordia (su fachada es visible desde la plaza Joao III), se trata de un templo que data del siglo XVIII y de cuyo interior es de resaltar la figura del Crucificado que preside el retablo mayor y si seguimos caminando, cerca del arco que da entrada al casco histórico, nos detenemos en la iglesia de la Santa Cruz, esta pequeña iglesia, construida en el siglo XVII, perteneció a la Cofradía de Santa Cruz, realizando durante la edad media la labor de enterrar a los muertos sin hogar. Antes de abandonar el casco histórico nos detenemos en otros restos del antiguo Castillo, que datan del siglo XIII y que fue arrasado por las tropas de Carlos III durante la Guerra de los Siete años en 1762.

Parada para comer en Restaurante Mirandés (hay que tener en cuenta que a las 12:30 horas ya hay gente almorzando y que Portugal tiene una hora menos que en España, así que si no quieres hacer cola esperando, tienes que llegar temprano, especialmente los fines de semana, dado que no hacen reservas). 
Se trata de un sitio pintoresco y en donde hemos comido en numerosas ocasiones, recomiendo el “bacalao a bras” y la posta mirandesa, una carne con pimientos y arroz de acompañamiento (Si no eres de mucho comer, puedes pedir media ración, que es casi como una entera). Como nota negativa, indicar que no admiten el pago con tarjeta, lo cual resulta algo atípico en los tiempos que nos encontramos.
Saliendo de la localidad, encontramos a la izquierda una carretera que nos lleva hasta el muelle, desde el que se realizan los paseos en barco , sin duda uno de los grandes atractivos de esta ruta. A las 17:00 horas, comenzamos este interesante crucero ambiental de una hora y media de duración. Durante el recorrido de unos 5 km, navegando entre bonitos acantilados por las aguas internacionales del Duero, recibimos interesantes explicaciones por parte del guía, comentando la flora y fauna de las Arribes. A la conclusión del viaje se celebra una exhibición de aves rapaces y una degustación de vino de Oporto. Una sugerencia: se debería poner una alternativa para quien no pueda o quiera tomar alcohol. (Las salidas tienen lugar a las 17:00 horas los días de diario y a las 12:00 y 17:00 horas los fines de semana, tiene un precio de 18 euros para los adultos y 8 para los niños, para reservar llamar: 980557557 o 607545047).Un detalle a tener en cuenta: El barco tiene una cubierta acristalada y el viaje de ida se hace sentado, por lo que si no coges asiento pegado a las ventanas, la visibilidad se ve bastante afectada, principalmente por los reflejos. La vuelta se hace en cubierta y ahí sí que se disfruta del cañón en todo su esplendor.
Dejamos atrás Miranda de Duero y camino de nuestro siguiente destino, Fermosellenos detenemos primero en Cozcurrita, en donde destaca la pequeña Iglesia de Santa María Magdalena, que data del siglo XIII y en cuya construcción se empleo sillería de granito, un material muy abundante en la zona. 
A poca distancia, se encuentra Fariza, lugar que cuenta en diversos puntos de su territorio con asentamientos romanos y árabes; la Ermita de la Virgen Castillo, la localizamos a la salida del pueblo en dirección a Mármoles, desde la ermita y después de un corto camino a pie (unos 500 metros), llegamos al Mirador de las Barrancas, que nos depara una de las mas espectaculares vistas sobre los inaccesibles cortados del Duero.
También es de resaltar la Iglesia parroquial de San Julián, en Fariza, de estilo románico pero con reformas posteriores, conserva en su interior una bella imagen policromada de la Virgen y el Niño, que data del siglo XIII.

Cogemos de nuevo el coche para dirigirnos a Fermosellecapital de la extensa comarca de Sayago y declarada Conjunto Histórico. El lugar elegido para alojarnos fue la Posada de Doña Hurraca, ubicada en el antiguo cuartel de la Guardia Civil, que ha sido reformado con mucho gusto. Disfrutamos de una estancia agradable y tranquila rodeados de este maravilloso entorno natural.

Este segundo día, lo dedicamos a conocer Fermoselle, localidad situada al noroeste de la provincia de Zamora y que por sus numerosas bodegas excavadas en roca, es conocido como el pueblo de las 1000 bodegas. Posee un microclima especial, lo que le permite el cultivo de olivos, viñas o naranjos y en su hábitat podemos encontrar la cigüeña negra, una especie en peligro de extinción.

Comenzamos la jornada con la visita de la Casa del Parque, ubicada en un antiguo convento Franciscano del siglo XVIII y del que se mantiene la fachada principal y el claustro. En su interior descubriremos los numerosos atractivos que podemos encontrar en los Arribes del Duero, junto a interesantes explicaciones sobre la fauna, flora y tradiciones locales. Adosado al convento se encuentra el Santuario de la Virgen de la Bandera y que tuvimos la suerte de poder ver, ya que habitualmente se encuentra cerrado. En su interior reside la imagen de la patrona local, la Virgen de la Bandera, una entrañable imagen de la Virgen dando de mamar al niño.
En la visita a la ciudad tomamos como punto de partida la Plaza Mayor, un bello conjunto de casas señoriales en donde destaca una elaborada rejería y cuyo edificio más significativo es la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, que data del siglo XII, aunque de aquella época solo se conservan dos portadas, el resto de la iglesia es fruto de reformas posteriores; en su interior se ha habilitado un Museo parroquial, con interesantes esculturas y ornamentos sagrados. De su interior son dignos de mención un Cristo yacente articulado que data del siglo XVI, que se procesiona en Semana Santa y un órgano del XVIII.
A pocos pasos de la Plaza nos encontramos con las ruinas del Castillo de doña Urraca, del que apenas queda en pie la torre del homenaje y la plaza de armas. Lo más interesante de esta visita se encuentra en las privilegiadas vistas que se tienen de los cañones del Duero (Es de propiedad privada y el acceso cuesta 1 €).En las inmediaciones de la plaza Mayor, en la calle Terraplén, se encuentra el mirador del mismo nombre, desde donde tenemos unas buenas vistas de los viñedos y de la ciudad.
Continuamos con un interesante recorrido por sus estrechas y empinadas calles hasta llegar por la calle el Guapo al mirador El Torojon. Después de subir unas escaleras que presentan la particularidad de tener los peldaños tallados en la propia roca, nos permite disfrutar de una de las mejores vistas panorámicas de todo el viaje, siendo posible contemplar la provincia salmantina, tierras portuguesas y la ciudad de Fermoselle. 
No debemos perdernos pasar por la típica calle Nogal, caracterizada por su elevada pendiente y sus casas construidas en granito. Entre las calles San Jurjo y Requejo, se conserva un arco ojival, antigua puerta de entrada a la villa y único recuerdo de su primitivo recinto amurallado.

Parada para comer en Restaurante España. Lo mejor fueron los champiñones, que son la especialidad de la casa y el chuletón de ternera sayaguesa. También disponen de un menú de 13 y 20 €. A mejorar, los tiempos de espera entre platos.

No podíamos marcharnos de esta zona, con un vino denominación de Origen Arribes, sin visitar una bodega, así que terminada la comida nos acercamos hasta la Bodega Pastrana, en donde se elabora un vino con uvas de una variedad autóctona llamada “Juan García”.

En el camino de vuelta a Valladolid, realizamos una parada en la localidad zamorana de Pereuela, pueblo con una larga tradición alfarera. En la zona de las 'Las Barreras', un terreno localizado junto al pueblo, es donde los alfareros extraen el “caolín”, un barro blanquecino que luego mezclan con barro rojo y que les sirve para elaborar de manera artesanal las piezas que les han hecho famosos, como hornos y cazuelas. El “caolín”, tiene partículas de cuarzo y mica, lo que hace que las piezas que fabrican tengan cualidades refractarias y una alta resistencia al fuego.

Ponemos rumbo a Valladolid y fin de esta interesante ruta.

Otras sugerencias y curiosidades

* En el camino de Pino del Oro a Miranda de Duero, si se dispone de tiempo, recomiendo parar en: Villardiegua de la Ribera,  pueblo que conserva en la plaza de la iglesia un verraco tallado en piedra de la época prerromana, que nos recuerda a los Toros de Guisando abulenses y en Torregamones, lugar en donde se encuentra una de las construcciones más características de la comarca de Sayago, que reciben el nombre de “Chivitera”, se trata de una pequeña cabaña de piedra y techumbre vegetal en donde los cabreros guardaban a los chivos recién nacidos para apartarles de cualquier depredador, principalmente del lobo (Esta ruta, de dificultad baja, comienza en la Iglesia y transcurre por caminos bien señalizados en un circuito que nos llevara a recorrer unos 12 Km). 

* Para llegar a uno de los monumentos naturales más importantes del Parque Natural del Duero Internacional, te propongo esta ruta: A 14 km de Fermoselle se encuentra la localidad portuguesa de Bemposta y desde esta localidad, después de 5 Km, se llega a la aldea de Lamoso en donde hay un camino que parte de la carretera que atraviesa el pueblo, señalizado con un panel informativo que indica Faia da Água Alta, que nos llevara a una de las cascadas más bellas y grandes de Portugal, con cerca de 60 metros de altura. (Es una ruta de dificultad baja y  de cuatro kilómetros entre ida y vuelta).

* Otro edificio eclesiástico significativo de Fermoselle es la Iglesia de Santa Colomba, de estilo románico, de cuyo interior es de resaltar una bella talla de Cristo al humilladero del siglo XVII y un púlpito de granito.

* El Mirador de las Escaleras, es otro de los miradores más famosos de esta zona. Para acceder hasta el debemos llegar a la Ermita de Santa Cruz (A unos 2 Km. de Fermoselle, en la carretera de Zamora a Portugal). Desde este punto, tomaremos un camino entre viñedos, almendros y olivos, que nos llevara hasta el Mirador en donde podemos  admirar unas extraordinarias vistas.

Jose Maria Vicente







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