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- Zaragoza en dos dias
domingo, 12 de julio de 2020
Zaragoza, la quinta ciudad más poblada de
España,tras Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla, se
encuentra bañada por el rio Ebro y es conocida como la “ciudad del viento”, por
las frecuentes corrientes de aire provenientes del valle del Ebro, lo que
seguro podras comprobar en tu visita a la ciudad. Cuna de personajes ilustres,
como Goya, posee un casco histórico poblado por diferentes culturas a lo
largo de la historia, lo que nos permitira en estos dos días, admirar el
patrimonio artístico más relevante de la ciudad.
Comenzamos nuestra visita a la capital maña, tomando como punto de
partida la Plaza del Pilar. Plaza de grandes dimensiones, construida en
el siglo XVI, aglutina el conjunto monumental más significativo de la
ciudad.
Nos detenemos en primer lugar ante la emblemática Basílica del Pilar, un espectacular templo mariano,
digno de ser admirado tanto por dentro, como por fuera. Se trata de una iglesia
barroca, de planta cuadrada, con cuatro torres en las esquinas, alzadas en su
mayor parte en el siglo XX, pero lo que más llama la atención de sus exteriores
son las once cupulas techadas con tejas vidriadas de vivos colores,
verdadera seña de identidad del templo.
Durante la visita que realizamos al interior, nuestra primera parada fue
para visitar la Santa Capilla, obra de Ventura Rodríguez, dedicada a
Nuestra Señora del Pilar. Esta capilla, de singular belleza y riqueza
decorativa, posee una curiosa cúpula abierta al interior del templo, pero la
verdadera joya de este rincón, se encuentra en la pequeña talla gótica de la
Virgen, conocida como la “Pilarica”, dado su pequeño tamaño (36 cm de
altura), que descansa sobre una columna de jaspe de 70 cm. Frente a la Santa
Capilla, se encuentra un espacio llamado “coreto”, coronado por una bóveda,
cuya decoración es atribuida a Francisco de Goya.
Continuamos nuestro recorrido hasta llegar al maravilloso Retablo
Mayor, realizado en alabastro policromado por el gran escultor Damián
Forment en el siglo XVI, que se encuentra dedicado a la Asunción de la Virgen.
En este entorno, no debes pasar por alto, el coro renacentista, cuya
sillería reproduce escenas de la vida de Jesús y María, el órgano y la
magnífica verja que cierra el coro.
En tu visita al interior del templo, no debes irte sin levantar la
mirada a las cupulas y contemplar los frescos de sus bóvedas. Dejo aquí alguna
de las más interesantes: Frente a la Capilla de San Joaquín, se encuentra la cúpula,
“Regina Martyrum”, pintada por Francisco de Goya, bajo la
representación de “Santísima Virgen María Reina de los Mártires”. Las cupulas anteriores
y posteriores a la Santa Capilla, fueron decoradas por el pintor de la Corte,
Francisco Bayeu, cuñado de Goya.
Recomiendo, si andas bien de tiempo, la visita del Museo Pilarista,
donde puedes admirar numerosos objetos de orfebrería, junto al llamado “ajuar”
de la Virgen, en el que se presentan coronas de piedras preciosas y una
colección de más de 400 mantos, que a diario y algunas veces más de uno son
utilizados por la Virgen. (Como curiosidad, solo los días 2, 12 y 20 de cada
mes, la Virgen no utiliza ningún manto, dejando al descubierto la columna sobre la que se encuentra).
Terminada la visita del templo y accediendo por el exterior, subimos a
una de las torres, la de San Francisco de Borja, para ello sólo tienes
que tomar un ascensor que te eleva a unos 65 metros de altura, para continuar
por escaleras hasta los 94 metros, disfrutando desde lo alto de unas
fantásticas y coloridas vistas.
A pocos pasos de donde nos encontramos, se sitúa la Lonja, un edificio con una bella fachada renacentista,
que actualmente sirve de Sala de Exposiciones.
Una de las cosas curiosas que encontraras en la parte trasera de la Lonja es un
caballito de bronce. Este caballito, homenajea al fotógrafo local Ángel
Cordero, que se instaló en esa misma plaza en el año 1925 y durante más de 50
años, se dedicó a retratar a los niños que se subían a un caballito de cartón
piedra.
A escasos metros de la Plaza del Pilar, paramos a comer en Méli Mélo (Calle Mayor, 45). Ofrece dos espacios
bien diferenciados, por un lado, un gran mostrador lleno de sugerentes tapas,
donde se come de pie y otra área reservada para comidas. Nos decantamos por la
primera de las opciones, probando tapas de toda la vida, con un toque de
originalidad. A resaltar de lo que pedimos: la carrillera de cerdo asada
al horno con salsa de soja y miel sobre base de patata panadera y
la hamburguesa de rape y gambas con cebolla caramelizada.
Finalizada la comida, nos dirigimos al N.º 25 de la céntrica calle Alfonso I,
lugar en donde se sitúa el Gran Café Zaragoza,
un establecimiento emblemático de la ciudad, antigua joyería reconvertida en
cafetería, que conserva el aire bohemio de los grandes cafés. Toda la fachada
está protegida por una gran marquesina y dispone de amplios ventanales.
Disfrutamos en este ambiente, tomando un relajante café, mientras admirábamos
los bellos casetones del artesonado del techo.
Volvemos de nuevo a las proximidades de la Basílica del Pilar, lugar en donde
se encuentra, la Catedral del Salvador,
conocida popularmente como “La Seo”. Construcción que se comenzó en el
siglo XII, sobre las ruinas del antiguo foro romano de Cesaraugusta, constituye
una joya arquitectónica escondida tras una fachada sin mayor interés. Es una
mezcla de estilos, que se empezó a construir en el siglo XII en estilo románico,
aunque a lo largo del tiempo ha ido aglutinando otros como el gótico, el
barroco o el mudéjar. De su exterior, destacar el bello cimborrio de
estilo mudéjar, formado por dos cuerpos octogonales, rematado por una espadaña
y el campanario barroco. En su interior, es de resaltar el magnífico Retablo
Mayor de estilo gótico, en alabastro policromado, sin olvidar el coro,
emplazado en el centro de la nave y protegido por una bella reja de bronce.
Reseñar también del interior la extraordinaria colección de tapices
flamencos de entre los siglos XV y XVII, en donde quiero resaltar la Serie del Zodiaco.
El mudéjar, está claramente presente en el muro exterior de la Parroquieta, una estancia edificada en siglo XIV, para albergar la capilla funeraria de Lope Fernández de Luna, cuya capilla interior destaca por una bella cúpula mudéjar.
El mudéjar, está claramente presente en el muro exterior de la Parroquieta, una estancia edificada en siglo XIV, para albergar la capilla funeraria de Lope Fernández de Luna, cuya capilla interior destaca por una bella cúpula mudéjar.
Bordeando la Seo, pasando por la calle Pabostria, llegaremos al Arco
del Deán, el cual forma parte de una vivienda medieval del siglo XIII,
construida en su día para unir la residencia del Deán con la Seo, sin necesidad
de pisar la calle. Son de resaltar los ventanales de tracería gótico mudéjar.
Hay una leyenda que dice: “quien cruce por debajo del arco, el demonio le
robará el alma”.
Continuando nuestro recorrido por el casco histórico, llegamos a la Plaza
de San Felipe, uno de los rincones que no debes perderte en tu visita a la
ciudad. Se accede a la Plaza desde la Calle Alfonso I, a través de la calle
Torrenueva y en ella puedes encontrar: la Iglesia
de San Felipe (Templo barroco, en donde es de resaltar el
baldaquino del altar mayor) y el Museo de
Pablo Gargallo (ubicado en un Palacio del siglo XVII), además de
ser este el lugar donde se ubicaba en su día la Torre
Nueva. La Torre Nueva, era una antigua torre mudéjar de 80
metros de altura, asentada en esta Plaza, que ante el riesgo de derrumbe por su
fuerte inclinación, fue derribada en 1892. La estatua de un niño sentado
en la Plaza, mirando hacia el lugar donde estaba levantada en su día la Torre,
invita a fotografiarte junto a él. Si quieres saber más sobre la torre,
recomiendo un alto en el camino, parar a tomarte una cerveza y entrar a conocer
Casa Montal, situado en una esquina de
esta plaza. Se trata un histórico establecimiento, con más de 100 años de
antigüedad, que esconde en su interior un curioso Museo con la historia de la
Torre.
Dejamos para finalizar la jornada de este primer día, visitar el Puente de Piedra, situado justo frente a la
Basílica del Pilar. Se trata del puente más antiguo de los que cruzan el río
Ebro y es una seña de identidad de la ciudad. Recomiendo pasarte al atardecer,
observaras una bella y fotogénica estampa de la Basilica.
El Hotel elegido para pernoctar es el NH Ciudad de Zaragoza. Ubicado a poca distancia de la Basilica del Pilar, dispone de modernas habitaciones y unas buenas vistas al rio Ebro. Destacar la limpieza y la amabilidad de su personal.
Comenzamos el segundo día, caminando en dirección al Palacio de la Aljafería, aunque un poco alejado del centro, vale la pena su visita y si además coincide en Domingo, la misma será gratuita. Fue residencia de Reyes musulmanes, Palacio de los Reyes Católicos y en la actualidad, sede de las Cortes de Aragón.
Comenzamos el segundo día, caminando en dirección al Palacio de la Aljafería, aunque un poco alejado del centro, vale la pena su visita y si además coincide en Domingo, la misma será gratuita. Fue residencia de Reyes musulmanes, Palacio de los Reyes Católicos y en la actualidad, sede de las Cortes de Aragón.
Se trata de un recinto de planta trapezoidal, rodeado por una gruesa
muralla de piedra con torres cilíndricas, cuya edificación más antigua es la Torre
del Trovador, construcción de marcado carácter defensivo, que data del
siglo IX. En el siglo XI, se construyó el Palacio de recreo de Reyes
musulmanes, para continuar los Reyes Católicos en el siglo XV, edificando por
encima del Palacio musulmán, nuevos espacios, transformándole en uno de los
monumentos más representativos del mudéjar aragonés.
Accedemos al interior, con una primera parada en el Patio de Santa
Isabel, con un jardín central, donde no pueden faltar los naranjos y
fuentes de agua, junto a bellos arcos lobulados en los pórticos laterales.
Accedemos ahora al espectacular Salón Dorado, con suelo de mármol, posee
ricos capiteles en alabastro y de su decoración, nos llamó la atención un arco
formado por siete arcos lobulados y dos grandes arcos de herradura. Justo al
lado del Salón, se encuentra una pequeña Mezquita, cuyo interior no pudimos
visitar, al estar cerrada. Ascendemos al piso superior, zona del Palacio de los
Reyes Católicos, llegando al Salón del Trono, cuya puerta de acceso,
posee la misma decoración que el techo y en cuyo interior es de resaltar la hermosa
techumbre, donde sobre los casetones abunda la decoración con piñas, símbolo de
inmortalidad y fertilidad. Continuamos la visita pasando Salón de los Pasos
Perdidos, con un espectacular artesonado mudéjar policromado.
Terminada la interesante visita de la Aljafería, nos acercamos a visitar el Patio de la Infanta, uno de los patios
aragoneses renacentistas mejor conservados. El edificio llega a finales del
siglo XIX en estado de abandono siendo derribado en 1903, de donde solo se
salvan el patio y la portada, los cuales fueron comprados por un anticuario
francés y trasladados a París, donde permanecieron durante cincuenta años,
hasta que en 1980 fue adquirido por Ibercaja, emplazándolo piedra a piedra en
la ubicación que lo vemos actualmente.
Llegada la hora de pensar en comer, decidimos acercamos hasta el Tubo, un entramado de estrechas calles que alberga
la principal zona de tapeo de la ciudad, hacía muchos años que había pasado por
esta zona y todavía lo recordaba. Se puede acceder directamente desde Plaza de
España y alguna de las calles que forman este conjunto son: Libertad, Cuatro de
Agosto, Mártires, Ossau, Cinegio y Estébanes.
Arrancamos nuestra ruta gastronomica con la imprescindible y centenaria Bodegas “Almau” (Calle Estebanes, 10), donde se
disfruta del sabor de la vieja bodega, entre estanterías repletas de botellas
con solera. La reina de las tapas en este local es la anchoa, preparada de
múltiples maneras, nos gustó mucho la anchoa con jamón y la de queso, confitura
de tomate y chocolate negro. La siguiente parada es en Doña Casta (Calle Estébanes 6), donde la
especialidad es la croqueta, probamos la de cabrales con manzana y la de Arroz
Negro con Alioli, realmente insuperables. A pocos pasos, si te gusta el
auténtico ternasco D.O. Aragón, recomiendo pararte en La Ternasca (Calle Estébanes, 9), donde tomamos
unas buenas las “patatas Sherry”: patatas chips caseras con ternasco desmigado
y huevo por encima. Solo tenemos que cruzar la calle, para llegar a el Chanpi (Calle Libertad, 16), otro clásico de la
zona, donde el único pincho que sirven son dos pisos de champiñones, apilados
entre pan y pan, con ajo, aceite y perejil, estaba bueno, pero echamos en falta
la típica gamba coronando la tapa. Continuamos por la calle Libertad, donde
encontramos otro de los establecimientos con más solera de la ciudad, “Casa Pascualillo” (Calle Libertad, 5), en donde
su tapa más emblemática es la “cigala de la huerta”, una tapa a base de ajetes
tiernos de Ricla, fritos. Si te gustan los escabeches, pásate por LaMaribel (Calle Libertad, 16), pequeño local con
encanto, en donde preparan los escabechados con una receta familiar. Probamos
el escabechado de conejo, que sirven en un bol acompañado de pan, un diente de
ajo y pimienta, totalmente recomendable.
Dejamos para el final la Taberna “El Carmelo” (Calle Cinegio, 6), local pequeño pero acogedor, donde no puedes irte sin probar el “Caramelo de Carmelo", un trozo de ternasco, sobre una rodaja de patata y pan frito. ¡exquisito ¡
Dejamos para el final la Taberna “El Carmelo” (Calle Cinegio, 6), local pequeño pero acogedor, donde no puedes irte sin probar el “Caramelo de Carmelo", un trozo de ternasco, sobre una rodaja de patata y pan frito. ¡exquisito ¡
Para los que prefieran el dulce, recomiendo pasarte por la
centenaria pastelería Fantoba (Calle
Don Jaime I, 21), que aun conserva mobiliario e instrumental de elaboración de
dulces de la época. Tomamos un café, acompañado de una “Trenza de la Virgen”,
de cierta similitud a la "Trenza de Almudévar", preparada a base de
almendras, nueces y pasas, la cual estaba realmente deliciosa. Además,
aprovechamos la ocasión para comprar "Frutas de Aragón", dulce
típico local, elaborado artesanalmente con frutas confitadas y una cobertura de
chocolate. Es recomendable comprar las que se comercializan bajo la supervisión
de la marca «C» de Calidad de Aragón, donde además de cumplir ciertos
requisitos, solo se pueden utilizar: cereza, albaricoque, melocotón, naranja,
pera, manzana, higo y ciruela.
Fin de esta interesante ruta y vuelta a Valladolid.
Otras sugerencias y curiosidades.
* Un par de curiosidades sobre la Basílica del Pilar: Según cuenta la
leyenda, la Virgen se apareció en el año 40 sobre un pilar para ver al
Apóstol Santiago, que se encontraba predicando por la ciudad. A partir del
pilar en donde la Virgen se apareció, Santiago construyó inicialmente una
ermita, sobre la que se fueron edificando a lo largo del tiempo diversos
templos, hasta llegar a la Basílica actual, que data del siglo XVII. No debes
dejar de observar, muy cerca de la capilla de la Virgen, las dos bombas y el
agujero que dejaron, cuando en agosto de 1936, durante la guerra civil
española, fue bombardeada la iglesia sin que ninguna de ellas llegase a
estallar, ni a causar daños.
* Si dispones de tiempo, recomiendo acercarte al Parque del Agua Luis Buñuel,
un lugar ideal para disfrutar de un día agradable en un bonito entorno natural,
especialmente si acudes con niños. Cerca del recinto de la EXPO, celebrada en
2008, se encuentra este amplio espacio de ocio, en donde el agua es el
protagonista. Entre sus atractivos, se encuentran: un canal de aguas bravas,
donde podremos practicar el rafting o piragüismo, el Parque multiaventuras, un
espacio de juegos acuáticos para niños y si prefieres tomar al sol, siempre te
quedará la playa fluvial.
* La Puerta Cinegia (Calle Coso 35), es un edificio que se encuentra
situado frente a la Plaza de España, en el lateral más cercano a la Calle
Mártires, en cuyo entorno se sitúa la zona de tapas conocida como el “tubo”.
Conserva en su interior un patio gótico del siglo XV, que se utiliza como Sala
de exposiciones. Para poder llegar hasta el, tenéis que subir a la segunda
planta, cogiendo el ascensor de cristal situado en el centro del hall. También
en su interior podemos encontrar un gastromercado.
* Otra visita cultural que recomiendo, es acercarte hasta el recientemente
rehabilitado Mercado de Lanuza,
también conocido como Mercado Central. Se trata de un bello edificio modernista
que data de 1903, con la estructura en ladrillo y hierro, siguiendo la
tendencia de edificios emblemáticos como la torre Eiffel parisina. Vale la pena
perderte entre sus puestos, llenos de productos locales y hacer un alto en el
camino tomando una cerveza en su espacio gastronómico. No lejos del Mercado se
encuentra el Torreón de la Zuda,
construcción del siglo X, único resto del Palacio que servía de residencia a
los gobernadores musulmanes de la ciudad. En la planta baja se encuentran una
Oficina de Turismo. Junto al torreón, se sitúa la Iglesia de San Juan de los Panetes, un
templo barroco con nada destacable en su interior, pero en cuyos exteriores
llama la atención su curiosa torre de ladrillo ligeramente inclinada.
* Si quieres conocer algo diferente en la capital zaragozana, pásate por la calle
Cuatro de Agosto 23, en plena zona del Tubo, donde encontraras el mítico y
centenario Café “El Plata”. En este local
puedes presenciar espectáculos diarios de cabaret, habiendo logrado conservar
el espíritu de las mejores épocas de café cantante.
* De las muchas iglesias que puedes encontrar en Zaragoza, aparte de las ya
citadas Catedrales, no quiero dejar de mencionar la Iglesia San Pablo. La fachada de mayor
interés es la del lado Norte, que data del siglo XV, también es de destacar en
el exterior, la magnífica torre octogonal de ladrillo, en estilo mudéjar. De su
interior, resaltar el espectacular Retablo Mayor, obra del escultor
renacentista Damián Forment. Recomiendo acudir a las visitas guiadas, donde
además de explicarte de manera amena el interior del templo, se puede subir a
la torre y disfrutar de unas buenas vistas de la ciudad.
* Además de las ya comentadas “Frutas de Aragón”, existe otro dulce típico
en Zaragoza, los “Adoquines del Pilar”. Se trata de un caramelo, cuyos
orígenes se localizan en Terrer, al lado de Calatayud, del que existen varios
sabores (naranja, fresa, limón y anís) y varios tamaños, que pueden llegar a
alcanzar hasta los 5 Kg de peso, cuya característica principal es que son duros
como el hormigón, no caigáis en la tentación de comerlo de golpe, usad un
martillo para ir partiéndolo poco a poco. Llama la atención su bonito
envoltorio, con la imagen de la Virgen del Pilar en el exterior, mientras que
en el interior encontramos impresa la letra de tres jotas aragonesas populares,
habitualmente cómicas. Es este un dulce que recuerdo de mi infancia, cuando mi
padre, cada vez que visitaba Zaragoza, nos traía estos típicos y curiosos
caramelos. Para ti papa, desde esta breve reseña, todo mi cariño ¡no te olvidamos ¡
José María Vicente