martes, 6 de marzo de 2018


Salimos de Valladolid en dirección a Valencia, ciudad que posee su clima privilegiado te permite visitarla en cualquier época del año. Nos adentraremos en el medieval barrio del Carmen, pasearemos por sus laberínticas calles rodeadas de bellos edificios que nos trasladaran a otras épocas de la historia, para luego bajar por el antiguo cauce del Turia hasta llegar a la Ciudad de las Ciencias y terminaremos en el puerto, junto al que se sitúa el viejo barrio de pescadores del Cabanyal.

Comenzamos nuestro recorrido por la ciudad en Estación del Norte, una autentica joya del arte modernista, en donde llama la atención la decoración cerámica de su exterior, junto al colorido especial del vestíbulo en donde se compran los billetes de los trenes y la gran marquesina que cubre las vías. 
Saliendo de la estación, nos encontramos justo a la derecha con la Plaza de toros que posee más de 150 años de antigüedad y siguiendo por la calle Rivera, llegamos a la Plaza donde se ubica el Ayuntamiento, un edificio de principios del siglo XX, desde donde los días de Fallas se dispara la “mascletá”, una grandiosa y ruidosa sinfonía pirotécnica.
A pocos pasos de esta última plaza se encuentra el Palacio del Marqués de dos Aguas, un edificio barroco en donde sobresale su magnífica puerta en alabastro, presidida por la imagen de la Virgen en la parte superior y rodeando la puerta, descienden dos caudales de agua que simbolizan dos ríos. En su interior se encuentra el Museo de la Cerámica. Aunque solo sea por ver su impresionante portada, merece la pena no perderse esta visita. 
Como curiosidad, en la cercana calle Derechos 4, encontramos la tienda más antigua de la ciudad, “Tienda de las Ollas de Hierro”, un negocio dedicado a la venta de imaginería religiosa e indumentaria típica valenciana, que data de 1792, que todavía conserva mobiliario y decoración de la época.
Caminando por la Av. María Cristina llegamos a la Lonja de la Seda o Lonja de los Mercaderes, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Considerada una de las joyas de la arquitectura civil del gótico español, era un sitio donde los mercaderes de la seda hacían las contrataciones. Además de su magnífica fachada principal, es de resaltar de su interior la Sala de las contrataciones, cubierta con unas bóvedas de 17,40 metros de altura y sostenidas por bellas columnas helicoidales. Como curiosidad, señalar que los dos pisos altos tenían la función de cárcel para mercaderes morosos en el pago. (Horario: De lunes a sábado, de 9.30 h. a 19.00 h. Domingos y festivos, de 9.30 h. a 15.00 h. Los domingos hay exposición de sellos y monedas. Entrada: 2 € y gratuita los domingos y festivos).
Justo enfrente de la Lonja, encontramos la iglesia de los Santos de Juanes, con una fachada principal barroca en la que destaca la escultura central de la Virgen del Rosario, sobre la que se sitúa un torreón con reloj escoltado por los dos Santos Juanes y rematada por una veleta. Al lado de la iglesia, visitamos el Mercado Central, un edificio modernista de principios del siglo XX. Es aconsejable visitarlo por las mañanas en día laborable, al objeto de poder ver la animación que se respira en su interior, junto a la variedad de productos de la huerta valenciana que presentan en sus numerosos puestos de venta. A destacar de su interior la cúpula y su estructura metálica. Como curiosidad, en el Nº 9 de la Plaza del Mercado, se encuentra Sombrerería Alberto, otras de las centenarias tiendas de la ciudad.
Parada para comer en San Tommaso (C/ Corretgería 39, +34 963 92 07 55), un pequeño restaurante italiano con una bonita decoración, en donde bordan la pasta: a destacar de nuestra comida los raviolis con foia y la tarta de queso en el postre. Es de resaltar también la amabilidad de su personal (No olvidar reservar previamente).
El misma calle del Restaurante se encuentra la centenaria Bodega Baviera (C/Corretgeria, 40), fundada en el año 1870, es un establecimiento dedicado a la venta y distribución de vinos, aceites y licores. En su interior destacar una exposición de más de 7.000 botellas, así como una buena recopilación de instrumentos musicales.
Terminada la comida recomiendo acercarte hasta el emblemático Café Sant Jaume (C/ Cavallers, 51) que antes de ser un café, fue una farmacia, conservando la decoración de principios del XX. Íbamos con la intención de tomar un café, pero al final nos decantamos por pedir “agua de Valencia”, (una bebida típica de la ciudad, elaborada con cava, zumo de naranja,ginebra, vodka, hielo y azúcar), un poco caro lo que cuesta (4,5 €), pero valió la pena ya que estaba realmente  sabroso. Merece una visita  aunque solo sea por ver el local.  
Después de este descanso, nos acercamos a visitar la Iglesia de San Nicolás, una de las más antiguas de la capital que ha sido recientemente restaurada, saliendo a la luz una muestra pictórica que los expertos han denominado la ‘Capilla Sixtina' valenciana. Como curiosidad, indicar que los lunes de cada semana la Iglesia recibe cientos de visitantes que hacen la "Caminatas de San Nicolás”, encaminadas a conseguir los favores del Santo en casos difíciles.
Llegado la hora del tapeo en esta zona vieja, unas recomendaciones: Bar Pilar (C/ Gregorio Gea, 12), más conocido por los valencianos como La Pilareta, esta taberna fundada en 1918  es famosa por sus “clóchinas”, pequeños mejillones que se crían en aguas valencianas, que en esta ocasión no pudimos tomar. (La temporada de este molusco va desde mediados de mayo hasta finales de agosto). Sidrería El Molinón (C/ Bosseria, 40), un pequeño rincón asturiano donde probamos unas ricas patatas al cabrales acompañadas de una botella de sidra. Cervecería Alhambra (C/ Calixto III 8), un bar un poco cutre en donde preparan una de las mejores tortillas de patatas de toda Valencia, no puedo negar que la tortilla está buenísima, pero la atención es muy mejorable.
Para descansar del ajetreado día elegimos el Hotel Sorolla, situado en una calle peatonal a poca distancia del Ayuntamiento.

Comenzamos este segundo día caminando en dirección a la Plaza de la Reina, donde se encuentra como edificación más importante la Catedral de Santa María. Se levantó sobre el solar de una antigua Mezquita y se trata de una edificación románica que cuenta con un estilo dominante gótico. Desde la misma plaza se accede por la puerta de los Apóstoles al interior de la Catedral, una vez que entramos nos encontramos al final del lado derecho con la Capilla del Santo Cáliz, en donde son de destacar los bajorrelieves construidos en alabastro y en el centro, es de resaltar el Santo Grial, que según cuenta la tradición corresponde a un bello cáliz de ágata que Cristo utilizo en la ultima cena. También del interior es de destacar un hermoso cimborrio octogonal con ventanales de alabastro. (Horario: De Octubre a Mayo: de lunes a sábado de 10 a 17:30h. Domingos y festivos: de 14 a 17:30h. De Junio a Septiembre: de lunes a sábado de 10 a 18:30h. Domingos y festivos: de 14 a 18:30h, Entrada: 7 €).
Como curiosidad indicar que ante la Puerta de los Apóstoles, se reúne cada jueves a las 12 de la mañana el Tribunal de las Aguas, una institución de Justicia encargada de dirimir los conflictos derivados del uso y aprovechamiento del agua de riego entre los agricultores de regantes de las acequias y está formado por un representante de cada una de las Comunidades de Regantes que forman parte, ocho en total, denominados “Síndicos”. Dado que nuestra visita coincidió en jueves, pudimos verlo.
El Miguelete, conocido como”micalet” diminutivo de Miguel en valenciano, es el campanario de la Catedral y uno de los símbolos más significativos de la ciudad. Comenzó a construirse en 1381 y cuenta con una altura de 50 metros y es de planta octogonal, se encuentra situada junto a la barroca Puerta de los Hierros. Valió la pena subir los 207 escalones y disfrutar de unas vistas espectaculares. (Horario de Lunes a domingo, de 10:00 a 13:00 h y de 16:30 a 19:00 h. Entrada: 2€).
Nos dirigimos a comer a  Alqueria del Pou (Lugar Entrada Rico 6), restaurante muy acogedor en una casa situada en medio de huertas a escasos minutos del Oceanografic, para comer pedimos unas raciones para compartir y paella del “senyoret” ( paella de marisco pelado),que estaba realmente deliciosa (16 €/ración).Al finalizar la comida la casa nos invito a un chupito y un bizcocho. 
Volvemos de nuevo a la parte vieja de la ciudad y junto a la Catedral, se encuentra la Plaza de la Virgen, donde visitamos la Basílica de la Virgen de los Desamparados, patrona de los valencianos. (Abierta todos los días de 7:00 a 14:00 h y de 16:30 a 21:00 h). De su interior son de resaltar los frescos pintados en la cúpula de la basílica. En el suelo del centro de la plaza, delante de la Catedral, una lapida en latín recuerda la fundación de la vieja ciudad de “Valentia”.
Muy cerca de la Plaza de la Virgen, hicimos un alto en el camino en Café de las Horas (C/ Comte d’Almodóvar, 1), se trata de un local muy original y con una decoración llamativa.

Desde esta última plaza llegamos hasta el Palacio de la Generalidad. Se trata de un edificio de estilo Gótico, aunque una de sus torres se termino a principio del siglo XX. En su interior, destacar del Salón Dorado el magnífico artesanado policromado renacentista, considerado uno de los mejores de Europa y el patio, con una escalera de  singular belleza. Rodeando al palacio nos detenemos en la hermosa plaza de Manises. (Es necesario concertar la visita en 96 3424636 y la misma es gratuita).
En las proximidades de la Catedral nos detenemos en la pintoresca Plaza Redonda y justo detrás de esta plaza nos encontramos con la iglesia de Santa Catalina, con una espectacular torre hexagonal y un campanario barroco en donde destacan sus columnas salomónicas.
Junto a esta ultima iglesia se encuentra la centenaria horchatería "Santa Catalina" que posee un encanto especial y donde paramos a tomar una horchata, un refresco valenciano muy popular y saludable, elaborado con el zumo de la chufa, acompañada de “fartons”, dulce de bollería alargado y con azúcar glas.
Arrancamos el tercer día caminando hasta la plaza de los Fueros, que nos lleva hasta las Torres de Serrano, hay que recordar que Valencia fue en su momento una ciudad amurallada y esta es una de las dos torres que quedan de dicha época; fechadas en el siglo XIV, en un tiempo fueron utilizadas como cárcel de nobles. Como curiosidad, destacar que la parte delantera es diferente a la trasera.
Cruzamos el antiguo cauce del río Turia ( convertido en un extenso jardín de 110 has y que está considerado el mayor jardín urbano de toda España, con una longitud de más de 7 kilómetros) por el puente de la Trinidad, el más antiguo de la ciudad y nos dirigimos al Museo de Bellas Artes. El museo de encuentra ubicado en un antiguo seminario y dispone de la mayor colección de pinturas de España tras el Museo del Prado. En su interior puedes contemplar obras de grandes artistas y de diferentes épocas. De la pintura española del siglo de oro son de resaltar: José de Ribera, que una parte importante de sus pinturas las dedico al martirio de Santos y  un buen ejemplo es el que aquí se expone, San Sebastián, Murillo, San Francisco de Asís, Gaspar Becerra, una Piedad y el único autorretrato de Diego Velázquez. También son de destacar una serie de lienzos que representan juegos infantiles de Francisco de Goya y San Juan Bautista del Greco, sin olvidarnos de la pintura valenciana del XIX y XX, con Sorolla a la cabeza. (Horario: Martes a domingo: de 10:00 a 20:00 h. Lunes, cerrado. Entrada gratuita. Visitas guiadas previa cita en tel. +34 695 50 02 90).
Nos dirigimos ahora a la Playa de la Malvarrosa para comer en Casa Carmela (C/ Isabel de Villena 155),  local que  lleva haciendo paellas desde 1922. Disfrutamos comiendo una sabrosa paella valenciana con un "socarraet" que entusiasma (17,50 €/ración) y en donde previamente, el camarero muy amable, nos llevó a ver como hacían las paellas sobre la leña de naranjo. 
Junto al restaurante se encuentra la Casa-Museo Blasco Ibáñez, un chalé que guarda objetos personales de este gran autor valenciano y desde este punto disfrutamos de un agradable recorrido por el paseo marítimo, para luego seguir caminando hasta la contigua playa de las Arenas y el puerto deportivo o Marina Real Juan Carlos I.
Cogemos el coche en dirección El Saler para visitar la Albufera, situada a unos 10 kilómetros de la capital y que tiene la particularidad de ser la única gran ciudad española con un parque natural protegido dentro de su ámbito municipal. El lago está dotado de agua procedente de manantiales propios de agua dulce y el agua que aporta la gran depuradora de aguas de la ciudad. Es ideal para el cultivo del arroz y sus humedales cuentan con la presencia de un buen número de aves.
Junto al parque de bomberos de “El Saler”, se encuentra el embarcadero de “Chimo” (961 042335), desde donde realizamos un interesante paseo en una embarcación alargada de madera llamada “albuferenc”, impulsada por el navegante con unas pértigas que hinca en el fondo, tal como hacen los gondoleros venecianos (El paseo tuvo una duración 1,2 h. a las 17,45 h. y un coste de 7 €). 
Durante el recorrido, además de ver las típicas casas campesinas, más conocidas por “barracas”, con sus paredes en blanco, los tejados realizados con caña y rematados por una cruz, pudimos observar el revolotear de las garzas o los cormoranes, aunque según la época de la visita podemos ver otras aves que se detienen en su viaje entre África y Europa en busca de un mejor clima. ¡Realmente interesante, especialmente al coincidir el paseo con la puesta del sol¡
En el camino de vuelta a Valencia nos detenemos de nuevo en la playa de las Arenas, para visitar y tomar unas tapas en el antiguo barrio de pescadores del Cabañal, en donde se respira un aire marinero entre sus casitas bajas y las tabernas de siempre. Casa Montaña (C/ Josep Benlliure, 69), uno de los establecimientos con más solera y personalidad de la ciudad, lleva sirviendo buenos vinos y tapas desde 1836. En este acogedor local, rodeado de barriles de madera tomamos unas patatas bravas y unas sabrosas habas estofadas, aquí llamadas “michirones”. 
Casa Guillermo, abrió sus puertas en 1957 y desde entonces lleva preparando sus míticas anchoas con aceite y ajos. (13,20 € nos costó la ración de seis unidades, la verdad un poco caras, pero realmente buenas).
Dejamos para este ultimo día la visita a la Ciudad de las Artes y las Ciencias, obra del arquitecto valenciano Santiago Calatrava, está compuesto por varios edificios dedicados al ocio y la cultura: L’Hemisfèric, el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe y el Oceanográfico.
En esta ocasión nos vamos a centrar en la visita al Oceanográfico, considerado como el mayor acuario de Europa y en donde disponen de diferentes ambientes marinos, con cerca de 45.000 ejemplares de 500 especies diferentes, como delfines, morsas, leones marinos, focas, pingüinos o tiburones. Lo más impresionante de la visita fue el paso por uno de los túneles submarinos más grandes del mundo que te permite convivir y ver evolucionar a poca distancia a los tiburones o las ballenas. No te pierdas tampoco la exhibición que cada día tiene lugar en el delfinario con actuaciones de los delfines (Horario de 10 a 18 y coste de 29,70 €).
Dejamos Valencia y ponemos rumbo a Valladolid, dando fin a esta interesante ruta.

Otras sugerencias y curiosidades

A la altura del Puente de las Artes, se encuentra el Instituto Valenciano de Arte Moderno, obra del afamado arquitecto Norman Foster y parada obligada para conocer una de las principales referencias vanguardistas de Europa. Ocupa un moderno edificio en la margen derecha del antiguo Turia y en su interior podemos admirar desde obras de valencianos precursores del arte moderno, como Sorolla, hasta creaciones más actuales.

Como curiosidad la Albufera fue el escenario de la novela “La Barraca”, basada en la novela de uno de los escritores valencianos más universales, Vicente Blasco Ibáñez y escenario de la serie televisiva “Cañas y barro”, del mismo autor.

Es muy común la expresión “quedarse a la luna de Valencia”, el origen de la misma se refiere a las antiguas murallas que rodeaban la ciudad, a las que se accedía al interior por unas puertas que eran cerradas por la noche tras el “toque de queda”. Aquellos rezagados que llegaban tras el cierre no podían pasar al interior y por lo tanto no tenían posibilidad de volver a casa a dormir, por lo que debían pasar el resto de la noche al cielo raso, es decir quedarse a la luna de Valencia.
La auténtica paella valenciana no lleva gambas, ni mejillones, está compuesta por arroz en su variedad bomba, sofrito de tomate, azafrán, pollo, conejo, garrofó (variedad de alubia),  bajoqueta (judías verdes planas), también según gustos, puede admitir caracoles, pimientos y alcachofa. Además, una buena paella, realza su sabor si está hecha a la leña y mejor aun si esta es de naranjo.

Si quieres ver la casa con la fachada mas estrecha de Europa y la segunda del mundo, pásate por la Plaza Lope de Vega Nº 6, tiene solamente 107 cm.

En la localidad cercana a la capital valenciana, Alboraya, se concentran gran numero de horchaterias y una de las de  que mayor tradición tiene es Casa Daniel, recomiendo pasarte a visitarla para probar su horchata, sus helados artesanos o sus granizados, sin olvidar la "fartons", que según la tradición se comen calientes. El cultivo de la chufa, cuyo origen se encuentra en Sudan, se conoce desde hace mas de tres mil años y fue introducido en España por los árabes en el siglo VIII. Desde entonces Alboraya, permanece como la cuna de la horchata.


Si vas con niños, recomiendo acercarse al Parque Gulliver. Un parque situado en el tramo XII del Jardín del Turia muy cerca de la Ciudad de las Artes y de las Ciencias, que se encuentra basado en el cuento "Los viajes de Gulliver": tras naufragar su barco, llega a la costa, en donde agotado, duerme tendido en la arena, lo que los Liliputienses aprovechan para atarlo al suelo asustados por sus grandes dimensiones. En el parque se representa la figura de Gulliver con unas dimensiones gigantescas, tendido en el suelo e inmovilizado con cuerdas, cubierto todo el de toboganes y escaleras, para que los niños puedan jugar.


Jose Maria Vicente

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