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- Pueblos con encanto en la Sierra de Francia 1 (Actualizado 12-09-24)
Al sur de Salamanca, en el limite con Extremadura, esta ruta transcurre casi en su totalidad dentro de un parque natural y se visitan pueblos que son en su mayoría conjuntos históricos.
Salimos de Valladolid en
dirección a San Martín del Castañar, para después de 208 Km. y
unas dos horas de viaje, llegar a este pequeño pueblo de la Sierra de Francia,
situado en un entorno natural de gran belleza. Dejamos el coche en un parking
habilitado en la entrada del pueblo, para entrar caminando y así disfrutar
mucho más de todos y cada uno de sus rincones.
Pasear por sus calles te hará trasladarte a tiempos pasados, contemplando una arquitectura típica que resalta por la piedra, madera y mampostería de sus fachadas, donde la planta baja de la mayoría de las casas contaba antiguamente con una bodega en la que almacenaban el vino.
Algo que nos llamó la atención
durante el paseo fueron sus jardineras con frases y palabras típicas de la
zona, que además de dar color a las calles, te entretienes en leer.
Llegamos al punto neurálgico de
la localidad, su Plaza Mayor, una plaza cuyo centro se encuentra presidido
por una fuente con zona de pilón para el ganado. Un elemento singular que
puedes ver en la Plaza es el llamado Portalón. Se trata de un soportal de gran
amplitud, de ahí viene su nombre, sostenido por columnas de piedra, alguna de
de las cuales lleva tallado en la parte superior una cara. Por unas escaleras
se asciende a la parte alta del pueblo.
Continuamos el recorrido para detenernos en la Iglesia de San Martín, que conserva en su interior unos grandes arcos del siglo XIII, así como un interesante artesonado mudéjar. Del exterior llama la atención su enorme espadaña del siglo XVI.
Muy
cerquita de allí está un antiguo Hospital de Peregrinos, destinado a
acoger a aquellos viajeros que iban hasta la Peña de Francia o que
transitaban por la zona haciendo el Camino de Santiago.
Detrás de la iglesia, se
encuentran las ruinas del Castillo medieval del siglo XV,
recientemente restaurado, que alberga el Centro de Interpretación de la
Sierra de Francia y que vale la pena visitar. En la torre del homenaje,
que encuentras nada más entrar al castillo se sitúa una escalera que te permite
subir hasta la parte más alta y disfrutar de unas magníficas vistas sobre la
Sierra de Francia y la Sierra de Béjar, además de poder observar el cementerio local, que se encuentra dentro del recinto amurallado.
Justo al lado del castillo, se encuentra su original Plaza de toros, que ocupa lo que fue la antigua Plaza de Armas, de forma irregular está considerada la segunda más antigua de España por detrás de la de Béjar.
En el otro extremo del pueblo, se halla otro de los rincones sugerentes, el que incluye el puente medieval, que nos conduce a la Ermita del Humilladero. A partir de este punto encontramos una calzada de tiempos romanos y una pequeña presa retiene el agua del río Canderuelo, dando lugar a una piscina natural.
En Mesón de San Martín, que ya conocíamos de otra ocasión paramos a tomar el aperitivo. En un ambiente tranquilo de la terraza de la Plaza Mayor, tomamos una copita de vino de la zona, La Zorra, elaborado con una uva autóctona llamada "rufete" acompañado de un plato de jamón ibérico. Muy buena opción para comer si estas por la zona. Parada obligada si eres amante de lo dulce es conocer la Panadería “Sierra de Francia”. Nos quedaremos prendados con los sabores a limón, aguardiente y anises de las “perronillas” que salen de este obrador artesanal.
Continuamos nuestra ruta en dirección Mogarraz, a donde llegamos en apenas once kilómetros. Mogarraz es conocido como el "pueblo de las mil caras", dado que sobre las fachadas de cada casa se encuentran los retratos de aquellos que allí vivían décadas atrás y que en algún caso todavía hoy viven.
Comenzamos nuestro recorrido por la Plaza de la Solana, lugar donde se ubica la Torre campanario de la Iglesia de Nuestra Señora de las Nieves, en cuyo interior se encuentra la Virgen patrona de Mogarraz.
Muy cerca se encuentra la Plaza Mayor, donde podemos visitar la Casa de las Artesanías, un museo Etnográfico de gran interés, centrado en las artesanías más representativas de la Sierra de Francia, con muestra de tres oficios: Joyería, bordado y zapatería.
Durante el paseo, entre callejuelas que parten de una arteria principal, veremos casas con entramados de madera y adobe y sobre los dinteles de los portales de algunas de ellas aparecen esculpidos en granito epigramas alusivos a la fe y al año de su construcción, pero lo que más te sorprenderá son la exposición de retratos con la que están decoradas las fachadas.
En el otro extremo del pueblo, se sitúa el Calvario, un conjunto de cruces de granito del siglo XVII y en las proximidades, podemos ver la Ermita del Humilladero del siglo XIII y frente a ella la Cruz de las Judíos, con un curioso capitel decorado con calaveras.
Dejamos para el final la visita a la Alberca, el pueblo más visitado de la comarca y el que mejor ha sabido conservar la arquitectura popular.
Es el primer pueblo de España en recibir la declaración de Conjunto Histórico-Artístico en 1940.
Paseando por sus calles llama la atención los muros y marcos de los portales realizados en piedra y reforzados con un dintel que en algunos casos se encuentran grabados con el año de construcción de la propia vivienda o en otras ocasiones con advocaciones marianas y cruces.
Nuestro paseo nos conduce hasta la bella Plaza Mayor, en ella se localiza el Ayuntamiento, que antiguamente fue una cárcel y la Casa Ducal. Se encuentra presidida por un crucero de granito del siglo XVIII, labrado con motivos de la pasión de Cristo y es un buen lugar para admirar las típicas casas albercanas, construidas en piedra y madera, con balconadas ricamente engalanadas con flores. Su arquitectura serrana es preciosa.
Como
curiosidad, en los soportales de la Plaza Mayor es posible comprar
turrón en cualquier época del año. Esta golosa tradición de origen
mozárabe, que elaboran de manera artesanal tiene su secreto s en la utilización de almendras de los Arribes del Duero y miel de
encina.
Justo al lado
de la Plaza, nos encontramos con la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora
Asunción, una construcción del siglo XVIII a cargo de Manuel de Lara
Churriguera, sobrino de Alberto Churriguera. De su interior, bastante sobrio debemos
detenernos a admirar el púlpito de granito policromado y una bella talla del
Cristo del Sudor, que se atribuye a Juan de Juni o Gregorio Fernández.
Otra curiosidad, junto a una de las puertas del templo podemos ver una talla en piedra de un cerdo, una tradición en la que un cerdo recorre las calles del pueblo desde San Antonio de Padua, 13 de Junio, hasta San Antón, el 17 de enero, siendo alimentado por los propios vecinos.
Quizás el
elemento más curioso del exterior de la iglesia es una hornacina dedicada a las
Ánimas, con dos cráneos humanos y un candil. Está ligada a la leyenda local de
la “moza de animas”, cuando un grupo de mujeres con una campanilla
recorren diariamente el pueblo a la medianoche rezando por los difuntos:
“Fieles cristianos, acordaos de las benditas almas del purgatorio…...”
Parada para
comer en Restaurante La Colmena. Elegimos unas
magníficas patatas meneás (Se trata de un puré de patatas, con
trocitos de corteza de cerdo y pimentón de la Vera. También llamadas “patatas
revolconas” en la zona de Ávila) y terminamos con un plato de cabrito
cochifrito.
Otra buena opción es Restaurante Ibericos Doña Consuelo, en la misma Plaza Mayor. Personalmente recomiendo tanto el menú como la carta. Buena materia prima y personal muy amable. En la parte baja tienen despacho de carnes y embutidos.
* Si se dispone de tiempo, recomiendo una vista que nosotros ya hicimos en otra ocasión: El Valle de las Batuecas. Para realizar esta ruta, se parte de la Alberca, se sube el puerto del Portillo (4 Km) y en la cima, se encuentra "El Mirador del Portillo", lugar desde donde se pueden ver unas magnificas vistas a todo el valle de las Batuecas; bajando el puerto, a 9 kilómetros, se encuentra un parking en donde debemos dejar el coche y desde allí, tomar una ruta de senderismo de dificultad baja, que nos permite llegar hasta el Santuario de San José (no visitable su interior). A través de una senda de 1 Km, con pasarelas de madera inicialmente, para seguir posteriormente por un camino señalizado en los árboles que discurre junto al cauce del río Batuecas, llegaremos a la zona de Cabras Pintadas (2 Km), lugar en donde se localizan unas pinturas rupestres de cabras pintadas sobre la roca con cierta tonalidad roja (la verdad, no se encuentran muy bien conservadas, pero el paisaje por el que transcurre esta ruta ha valido la pena el tiempo invertido en la caminata).